Paso los perfiles online como cuando se pasa un catálogo de muestras de pisos de madera. Mirar las fotos de un hombre, de una mujer, me es lo mismo que mirar distintos modelos de pisos. Mirar entramados. ¿Cómo podría sentirme atraída? No logro desearlos. Es más, hasta siento un poco de asco porque siento que me estoy forzando a que me guste algo que de entrada ya no me gusta. Tal vez lo que sentiría un gay mirando fotos de minas desnudas. Además el sexo es absolutamente sagrado, soy extremadamente selectiva.
Es por eso, en parte, también, que pienso en él, todavía. Porque es tan raro que otro ser humano me atraiga que cuando eso pasa es tan inmenso, increíble, intenso. Después de esa relación sentí que nunca más iba a sentirme atraída hacia un otro. Bueno, después de mucho tiempo logré sentir curiosidad hacia alguien. Creo que igualmente pueden pasar años luz hasta que sienta un amor tan sublime e increíble como el que sentí por este yankee. Me pueden los cerebros portentosos, las almas intensas y curiosas. Este hombre que tiene más de cincuenta años. Noté su anillo de casado, su mirada un poco triste y su persona tan vivaz; experimenté de nuevo atracción hacia otra persona, algo que no sentía desde mi ex. Lo escuché hablar durante cuatro horas por día. Sus clases me parecían una puta obra de arte; se paseaba con tanta gracia por temas como la teoría musical, la física cuántica, cuánto lo indigna el racismo, sus viajes. Me transmitía ganas, ímpetu. Durante estas clases mi angustia provocada por esta sensación perpetua que tengo desde que nací, de que no encuentro puentes con un Otro, esta angustia disminuía. Supe que el era mi espejo. Ahí frente mío este tipo abría su alma frente a desconocidos. Lo escuché larga y profusamente hablar sobre viñedos. Sobre psicología. Catador, pintor, músico. Amo a las personas tan inquietas que encuentran que el universo es tan fascinante como yo lo veo. Esas personas intensas, llenas de sensaciones. Verme al espejo y saber que es un imposible.
Tal vez inconscientemente me atraigan las personas imposibles. Esas personas con las que siempre va a haber una distancia, un vacío, un abismo. Una melancolía irresoluble, una pulsión que nunca se consuma; tremenda neurosis.

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